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CARTAS A EVELINA: CRÓNICA DE LA DESGRACIA NACIONAL. 1

Tomas B. Castro Monegro.

Para comenzar a conocer la psicología del pueblo dominicano, me recomendó un amigo, habría que leer “Cartas a Evelina” del gran intelectual dominicano Francisco E. Moscoso Puello, cartas que fueron publicadas en diferentes épocas, desde el año 1913 hasta el 1935.

Llevándome del consejo, comencé a leer sus páginas, quedándome absorto, pues, aunque se trata de un escrito del pasado, parecía un escrito del presente con proyecciones para el futuro.

Dice el autor, que: “En honor a la verdad mis compatriotas piensan sin el mayor esfuerzo en el paseo, en el baile, en las mujeres y sobre todo en la política.  Aquí es donde demuestran mejor sentido. La política es el arte de vivir del Estado y este no viene a ser en definitiva más que una Sociedad de Socorros Mutuos, una especie de Monte Pio, en el cual se reciben todo género de servicios a determinado tipo de interés, y los cuales pueden variar desde la delación hasta el acto de heroísmo más escandaloso. Y aquí todos nos adherimos al Estado, le prestamos nuestro concurso, vivimos de él, por él y con él. Al presupuesto se le dice la gran mesa del Banquete Nacional, y allí esperamos todos tener un cubierto. Esto es lo ideal en mi país. A veces se cometen excesos, violencias, y se arman motines a mano armada, lo cual es tanto más penoso, cuanto que está probado que, con simples sonrisas, genuflexiones y demás pacíficos procedimientos, se llega también a ocupar los más distinguidos puestos en la gran mesa del Banquete Nacional”.

Al referirse el autor a nuestro Congreso Nacional, establece que: “Todos los años sale de las Cámaras una lluvia de leyes nuevas y se suprimen o derogan otras tantas. No hay pues, ni método, ni unidad y sí mucho de lo que abunda en las cabezas vacías, que aquí se suelen contar por millares”.

Sigue diciendo que: “El legislador dominicano es un tipo curioso, alto o bajo de estatura; blanco, indio o moreno de color; delgado o grueso; feo o buen mozo; que estos son los caracteres variables o comunes; su aspecto no es del todo desagradable y hasta parece un hombre civilizado. Sus características, como dicen los biólogos, son las siguientes: gran lector de novelas, periódicos de información y de Gacetas Oficiales. Este es todo el alimento que nutre sus cerebros; además, baila bien, frecuenta los sitios públicos y fuma, fuma y charla que es una barbaridad”.

Agrega que: “He nacido a la vida de la razón, en una época corrompida, en un país desgraciado, infeliz, sin razón de ser. Ha muchos años que estoy buscando a un ciudadano de ideas levantadas y de sentimientos superiores; un hombre serio, decente, culto, que haga lo que sienta y piense correctamente, que tenga conciencia, se lave las manos y los demás miembros. Pero ese hombre no se encuentra.

Comenta que: “Este país tiene un origen cabalístico. Como una nueva evidencia de que en el universo nada perece…  Por eso yo siento un profundo respeto por todo en la vida. Creo que todo es verdad. Lo que nos parece hoy extravagante, desrazonable, fuera de propósito ha sido o será admitido por el común de las gentes. En el mundo no existen despropósitos. Todo está bien así. Todo lo que usted piensa, aunque sean dislates, es posible. La vida y sus manifestaciones, están caracterizadas por una uniformidad incontrastable. Es el buey de la Noria. Siempre sobre sus mismos pasos”.

Dice que: “la adulonería es un excelente procedimiento terapéutico. Nadie que sea adulado podrá estar deprimido ni ser pesimista… Activos, ajiles, saludables, espirituales y optimistas estarán siempre todos los que gocen del privilegio de la adulación. La estricnina es seguramente inferior a esta acción psíquica. Esta probado”.

Refiriéndose al padre de la patria, nos dice: “Nuestro héroe nacional, Juan Pablo Duarte, tuvo como símbolo “ético y religioso” el número tres. Por su devoción a este número simpático, sugestivo, creo la Trinitaria. Con el cuadrado de ese número, el nueve, se constituyó la sociedad patriótica. Luego cada un miembro atrajo tres amigos más, lo cual sumaba veintisiete. Este número es el cubo de tres. Y en fecha que representa ese cubo, el veintisiete, se dio el grito de independencia. ¡Usted quiere cosa más sobrenatural!, tres delegados designo Duarte al retirarse del país vencido, y tres son los Padres de la Patria: tres fueron las palabras escogidas para el lema del escudo y tres los colores del pabellón.

Sobre nuestro suelo patrio refirió: “La vida es cruel y bella, dijo uno de los Henríquez Ureña, joven de altas aspiraciones y que ha tenido la necesidad de otros aires y de otro sol para florecer, porque no ignorara que la atmosfera de este país no es propicia al desarrollo superior de los espíritus. Hay demasiados miasmas, enormes cantidades de gases mefíticos en el ambiente de esta tierra digna de mejor suerte”.

Sigue razonando: “La República, se ha convertido en un gran Cuartel General; y la suprema aspiración, el ideal actual de mis paisanos es seguir la carrera de las armas, como en más remotos tiempos fue, según los historiadores que le he citado, el de las letras y las ciencias, tan hermosamente expresado por Cervantes. Y es que el sentido práctico está en nosotros hipertrofiado y hemos visto que, por el momento, la de las armas es la más brillante, fácil y lucrativa de todas. Aquí no hay escuelas militares; no hacen falta.

“La carrera aquí es corta. Basta que nos encontremos en dos o tres acciones para que se nos ascienda al más alto grado: El Generalato. Ahí llegamos todos, los demás grados no tiene importancia ni significación. No es extraño pues, que estos abunden tanto en la Republica. ¡Y que veneración despiertan en nosotros los que tienen la fortuna de ostentar esas prerrogativas! El pueblo, ya le he dicho, los considera como hombres extraordinarios, superiores; y los poetas cantan en no muy malos versos sus gloriosas victorias; los periodistas se disputan el honor de primacía en la confección de sus siluetas, bustos y medallones, que de eso y más son acreedores. Y puedo asegurar que no se ha quedado ningún griego, romano o cartaginés que haya sido exhumado con el deliberado propósito de humillarlo ante nuestros héroes sublimes que desdeñan los honores del Olimpo”.

“Los Generales son aquí una producción espontanea de la tierra; yo no he averiguado cuales puedan ser las condiciones de su producción; pero lo cierto es que abundan demasiado”.

“En la Republica hay Generales prietos, blancos, morenos, indios; bajos o altos de estatura; adolescentes, jóvenes y viejos, analfabetos y publicistas; con barba o sin ellas, mancos, cojos, jorobados o derechos; que hablan en voz baja o alta; disputadores, prudentes, honestos, libertinos; nacionales y extranjeros; árabes y españoles, sobre todo; con o sin prestigio; inocentes y criminales, con zapatos o sin ellos; de machete, de revolver, arrojados y prudentes, honrados y picaros. En la actualidad son incalificables, los hay urbanos y rurales. Todas estas diferencias apuntadas son insignificantes, pues por el solo hecho del grado que ostentan son capaces para cualquier servicio”.

“En mi país, lo importante, lo indispensable, es haber hecho la carrera, haber tirado tiros, ejercer la profesión del valor, aunque sea por algún tiempo; después se puede abandonar, pero ya se tiene la credencial para hacerlo todo, saberlo todo y desempeñarlo todo. ¿Se explica usted por qué es tan socorrida la carrera de las armas? Los Generales dan su contingente a la Administración Pública que no puede pasarse sin ellos, que no se puede concebir en nuestro medio sin ellos. Los Generales, lo invaden todo, son privilegiados”.

“Una vez recibido el bautismo de la pólvora, se adquiere el ambicionado derecho de aspirar a entrar en el grupo de los directores de la cosa pública. Las biografías de los caudillos sobresalientes se oyen con gran recogimiento, pues casi son considerados por todos como semidioses”.

“Los Generales, por otra parte, son benévolos, caritativos, educados, nobles o feroces; ásperos, inhumanitarios, sanguinarios, déspotas. Los Generales comen, beben, se enamoran, visten rayadillo, fuerte azul o casimir inglés; ordinariamente usan sombrero de panamá; difícilmente se les ve en uniforme, por lo cual no se distinguen de los demás ciudadanos. Tenga mucho cuidado, bastante precaución, por esta última circunstancia. No se exponga, cuidado con las imitaciones. El General disfruta de todo en este país, sea cual fuere su condición”.

“La organización militar de la Republica no es muy complicada; pero si es muy original. El Ejército permanente… en su mayoría analfabetos, está distribuido en las Plazas fuertes… Viene en seguida el ejército de ocasión que está compuesto por todos los demás ciudadanos que viven del Estado y que aspiran a formar parte de la Administración Pública. Y es que los dominicanos estamos suficientemente instruidos en la carrera de las armas”.

 

Continuara…

antonigarcia@gmail.com

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